Vivir esperanzada es un trabajo forzado, donde poco gente es contratada. Por falta de personal, tenemos el doble de trabajo aquellos que aun creemos en ella. La esperanza llega hasta un nivel avanzado cuando uno se tapa los ojos y se deja guiar por el instinto.

Pero vivir en la desesperanza, es algo pesado. Tan difícil de llevar, que aún en la torpeza de la esperanza con respuesta obvia, es mas liviano que ya no tener que esperar, solo afrontar.

Por eso vivo, mejor dicho, sobrevivo por la esperanza que llena y cautiva mi corazón, seducido por la razón de la espera, del saber que hay algo más detrás del fin.

O la esperanza del final feliz, de viejos cuentos de hadas, que pensaron alguna vez imposibles, tontos. No, no lo son, y menos para nosotros, que aun pensamos que las personas de corazón oscuro por completo no han llegado aún.